Nota de prensa publicada originalmente en el Diario de Cádiz el 23 de Marzo de 2017.

Cuando pensamos en tapear enseguida hacemos memoria de las barras en las que nos encontramos más a gusto.

Las barras son divertidas por los encuentros que se producen, las conversaciones que surgen, por las anécdotas que se viven… Son informales, no hay reglas que cumplir ni en la forma ni en el fondo, comemos, bebemos y lo hacemos como queremos. Son solidarias, siempre se encuentra un hueco. Son entrañables, siempre hay un camarero amigo que acude en tu ayuda y, además de todo esto…¡Hay tapas!

Hoy estamos viviendo la gran revolución de la tapa, tantos años olvidada por los grandes maestros de la cocina que sólo tenían ojo para elaborar grandes platos. Asistimos sorprendidos a la revancha de la tapa que lo ha cambiado todo, empezando por el nombre de los locales. Hoy son taperias,
bistrós o gastrobares y todo ello acompañado de mucha poesía, como por ejemplo: «Ancas de rana hembra, de la ribera norte del Misisipi, macenada en flores del Himalaya, espuma de algodón de la feria»

¿Conoces la barra de Romerijo? No es un bistró, ni un gastrobar, ni una tapería, solo es una barra donde la tapa conserva los sabores de siempre y la certeza de aquello que vamos a comer como la ensaladilla, la tortillita de camarones, el cóctel de marisco, el huevo de choco…Todo servido en un ambiente agradable por profesionales que ponen todo su empeño para que el tapeo nos haga disfrutar.

Para despedirme aprovecho y les adelanto toda una primicia, están pensando en una nueva tapa para incorporar el próximo año, allá va: «Gambas de la tierra Media fermentadas con algas fosilizadas del desierto y aromatizadas con el aire de La Bahia» ¡Ecológica! Of course.